El ecuatoriano Álvaro Guillén (#233 en el ranking ATP) venció al bosnio Nerman Fatic (#239) y empata la serie por el Grupo Mundial I de Copa Davis que se juega en el Club Rancho San Francisco de Quito.
Guillén salió en el segundo encuentro con la presión de empatar la serie tras la derrota de Andrés Andrade ante el bosnio Damir Dzumhur 7-6(13), 6-1.

Con el aliento de más de mil personas que llenaron el escenario tenístico, Álvaro puso mucho temple con tiros ganadores que le permitieron llevarse el partido en dos sets 6-4, 7-6(0).
Con este resultado los partidos de mañana domingo son decisivos iniciando a las 10h00 con el partido de dobles entre los ecuatorianos Diego Hidalgo y Gonzalo Escobar ante los bosnios Mirza Basic y Nerman Fatic. A continuación, vendrá el singles entre las raquetas número uno de ambos países, Álvaro Guillén ante Damir Dzumhur; y, se cerrará con el juego de Andrés Andrade y Nerman Fatic.
Guillén describió el momento más tenso del partido, cuando se encontraba 2-5, 0-40 en el segundo set. «Estoy muy contento, traté de enfocarme punto a punto para no pensar que estaba perdido. Este enfoque mental me permitió recuperar el control del partido, aprovechando los nervios de mi oponente”.

«Sabía que él estaba jugando más suelto, pero él estaba bajo presión para cerrar el partido. Yo jugué con todo para darle más nervios. Aproveché eso, estuve muy firme y, bueno, seguí», añadió.
El tenista destacó el papel fundamental del público. «La verdad es que creo que es la vez que más ambiente he sentido. Estaban alentando mucho. Eso me dio mucha energía», afirmó, subrayando la conexión especial que sintió con los aficionados.
Al ser consultado sobre las claves de su victoria, Guillén atribuyó su éxito a la fortaleza mental y una estrategia clara. «Entré un poco a hacer lo mío, a salir con mucha decisión, a buscar mi juego. Si no salía, sabía que en algún momento iba a salir. Por suerte, empecé muy tranquilo y se dio para mi lado desde el comienzo», explicó.
Guillén también habló sobre el desafío de jugar en la altura de Quito, una condición que, según él, lo beneficia. «La bola pica mucho más, vuela mucho más, y hay que tener todo el tiempo mucha más atención de que puede fallar. Tengo la suerte de que vengo de muy chiquito acá, a jugar y a todos los lugares con altura, y siempre me adapto bien», concluyó.


